El estudio revela que los trabajadores evalúan negativamente la actuación de las empresas antes y después del estallido social. Asimismo, perciben que los objetivos que debieran guiar la acción de las compañías contrastan enormemente con aquellos objetivos a los que estas efectivamente dedican su mayor esfuerzo. Pese a ello, esperan que las empresas tomen posición en las distintas materias de discusión de una nueva constitución.