No hay propósito más relevante para una asociación gremial (AG) que contribuir a la reputación de las empresas que representa. Sin ella, una industria queda a merced de las fuerzas políticas que, aprovechándose de su impopularidad, promueven regulaciones asfixiantes, relatos antiempresa y entornos hostiles para el desenvolvimiento de los negocios. Sin embargo, hasta ahora, los gremios han abdicado de la tarea de proteger el prestigio de sus asociados…

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